Como Doña Cristina, oriunda de Ecatzingo, quien cuenta que le dan más miedo los temblores que “Don Goyo”, pues al volcán lo conoce desde niña y sabe “cómo se comporta”. A partir de 1994, las expediciones fueron prohibidas debido a la actividad volcánica.
Alfonso Rosales, habitante de Atlautla, sale todas las mañanas a limpiar sus tierras y está acostumbrado a ver las fumarolas y escuchar los crujidos del “Popo”, pero como cada 12 de marzo le dejan al volcán sus ofrendas de cumpleaños, sabe que con eso lo mantienen contento.
“No nos hará nada, sólo se echa su cigarrito mañanero, nada de qué preocuparse”, asegura.
El volcán Popocatépetl es uno de los más monitoreados a nivel internacional, ya que por su tipología puede tener una erupción tan violenta como el Monte Santa Elena, en Estados Unidos, y es capaz de producir nubes piroclásticas (aire caliente capaz de calcinar) que pueden correr hasta a 80 km por hora.
El “Popo”, con altura de 5 mil 426 metros, abarca los territorios de Morelos, Puebla y el Estado de México y está unido a su vecino, el volcán Iztaccíhuatl, por medio de una leyenda prehispánica.