En Veracruz, la muerte no se ve como un final, sino como una continuación de la vida. Cada año, durante el Día de Muertos, los veracruzanos se preparan para honrar a sus seres queridos que han partido, manteniendo vivas las tradiciones que enriquecen esta celebración.
Las familias decoran altares con ofrendas que incluyen flores de cempasúchil, velas, fotografías y los platillos favoritos de los difuntos, creando un ambiente lleno de amor y recuerdo. Las calles se llenan de colores y aromas, mientras se celebran misas y procesiones en honor a los que han fallecido.
Las comunidades también participan en actividades culturales, como danzas y música, que reflejan el rico patrimonio veracruzano. En muchos pueblos, la noche del 1 de noviembre, las familias visitan los cementerios, donde iluminan tumbas con velas y comparten historias, creando un espacio de encuentro y reflexión.
Este año, la celebración ha adquirido un matiz especial, ya que los veracruzanos han decidido rendir homenaje a aquellos que han perdido la vida durante la pandemia. Las ofrendas se han enriquecido con mensajes de amor y esperanza, simbolizando la resiliencia de una comunidad que se une para recordar a sus seres queridos.
Así, el Día de Muertos en Veracruz se convierte en un bello recordatorio de la vida, donde la memoria se celebra con alegría y gratitud, reafirmando el vínculo eterno entre los vivos y los que han partido.