El salto en el minuto 88 de Xabi Alonso, el entrenador del Bayer Leverkusen, con el 2-0 de Tapsoba, representó la trascendencia del segundo gol en el partido de ida de los octavos de final de la Liga Europa para el conjunto alemán, por delante en el marcador desde el minuto 9, con un gol de Kerem Demirbay; al filo de la igualada en el transcurso posterior del encuentro y vencedor relevante por una diferencia de dos goles, quizá decisiva para el segundo duelo dentro de una semana en Hungría.

No mereció el Ferencvaros tanto castigo. Jugó para empatar durante más de una hora del encuentro, desde que despertó allá por el minuto 20 hasta que se durmió de nuevo en el 89, hasta el 2-0, con el tremendo lanzamiento de falta de Hlozak, formidable por su parábola, por cómo se estrelló entre el poste y la escuadra y por la potencia con la que golpeó en el palo para habilitar una segunda acción que cabeceó Tapsoba. Un gol crucial.

Porque el 1-0, con la vuelta en el Puskas Arena de Budapest, no aparecía como un marcador para la calma para el Bayer Leverkusen. Tampoco el desarrollo del compromiso de este jueves, por mucho que el conjunto alemán casi siempre mandó en el marcador.

Entre líneas, con un control orientado con la izquierda y un trallazo con la derecha, Kerem Demirbay había marcado hasta entonces la mínima diferencia a favor del Bayer Leverkusen, al borde del minuto 9, cuando el centrocampista batió al líder húngaro entre el mérito de su movimiento y la secuencia de concesiones de su adversario.

Demirbay no anotaba un gol desde el pasado 17 de septiembre, cuando Xabi Alonso aún ni siquiera intuía la posibilidad de dirigir al Bayer Leverkusen, cuando su equipo todavía sobrevivía por la Liga de Campeones.

Ha cambiado el conjunto alemán desde entonces hasta ahora, también sus pretensiones en esta campaña, fiadas a su participación en la Liga Europa, cuya continuidad dependerá de que sea capaz de sostener el 2-0 obtenido en la ida en el Bay Arena. Queda Budapest. Allí, el Ferencvaros ha ganado 14 de sus 15 encuentros más recientes. Y sólo perdió uno: el 9 de agosto por 1-3 contra el Qarabag. Pero el 2-0 amplía la dimensión de su desafío.

Hasta entonces, el Bayer Leverkusen vivió bajo la advertencia permanente, sobre todo por la respuesta de su rival mediado el primer tiempo, cuando el pase de clase de Vecsei, de primeras, perfecto, para superar a varios defensas, hacia el desmarque de Zachariassen, terminó en el remate contra el larguero de su compañero, sin la misma precisión que su colega del centro del campo. Un alivio para la afición local, que temió el empate.

No le alcanzó con su esfuerzo de todo el partido para la igualada. Ni con su reacción más allá del minuto 20. El partido pasó entonces a un ritmo mucho más equilibrado, con la sensación de que era capaz de todo en el segundo duelo. Volvió a caer después de once compromisos invencible. También perdió para la vuelta a Botka, por ciclo de tarjetas amarillas, y sufrió la lesión de Marquinhos, reemplazado tras tirarse al suelo, antes del 2-0 final. Un premio excesivo para el Leverkusen… ¿Y la sentencia del Ferencvaros?.