Como pudo llegó hasta la vivienda que compartía con su amiga Leslie Castañeda, cuya familia, al verla cada vez en peores condiciones, la acompañó a su natal Toluca, donde la sorprendió un fatal ataque de hipoglucemia. Diana padecía diabetes desde la adolescencia, cuidaba de su salud lo mejor posible, pero superponía a todo su sueño infantil: el de jugar futbol en una liga profesional.
Participó en el equipo Dragonas de la Liga Mayor Femenil y fue a la Olimpiada Nacional en sus ediciones de 2011 a 2013; después, gracias a su deporte, el Tecnológico de Monterrey campus Estado de México la becó para que estudiara una licenciatura. Su juego le abrió las puertas de la Universidad de las Américas de Puebla (UDLA) donde, mediante otra beca, hizo estudios de posgrado.
La también seleccionada nacional fue pieza clave en la conquista del único título de las Águilas, en el Torneo Apertura 2018, ante Tigres, al anotar un gol en la ida y otro en la vuelta. En febrero de este año se lesionó la rodilla derecha y tuvo que ir al quirófano. Por fin se había recuperado y tenía escasas semanas haciendo futbol, con la ilusión por las nubes para su regreso al equipo titular. Sus amigos destacan su simpatía y optimismo.
La Federación Mexicana de Futbol y varios clubes lamentaron el deceso, ordenaron un minuto de silencio antes de cada partido de la fecha 17 en honor a la ejemplar atleta y profesionista, e hicieron publicar esquelas exaltando a la familia futbolística
, esa que mantiene a las mujeres en deficientes condiciones y con tope salarial de 3 mil 700 pesos mensuales, cantidad risible, insuficiente para sobrevivir fuera de casa y sobrellevar una enfermedad.
En la rama varonil desde muy temprano se cocinó la liguilla y los equipos que figuran en la cima esperan con parsimonia la conclusión del torneo regular. Incluso, aburren a muerte, como hicieron Querétaro y Tigres, que se pusieron a tono con las fechas de terror y brindaron un partido en el que debieron devolver las entradas y pedir perdón por ese insufrible empate sin goles; o como Necaxa, que hasta se dio el lujo de perder.
Quien no entendió la fecha de cortesía fue el estratega uruguayo Guillermo Almada de Santos Laguna, se presentó al estadio Azteca con la espada desenvainada y en el pecado llevó la penitencia, porque venció a las Águilas y provocó la ira del combustible Miguel Herrera, quien se hizo expulsar por enésima vez, pero ahora el Piojo no se quiso ir solo y lo arrastró.
Lo de Herrera, quien venía de una suspensión de tres juegos –aunque merecía más por insultar a árbitros– raya ya en lo absurdo. Increíble que un equipo que se precie de ser serio se aferre a un tipo incapaz de gobernarse y que suma tres expulsiones en el torneo. Todavía su auxiliar, Álvaro Galindo, declaró que los árbitros no comprenden al explosivo Piojo.
Monterrey, Cruz Azul y Tuzos se aferran a la idea de que aún tienen opciones. Más bien, La Máquina, Rayados y los Diablos Rojos pintan para ser los máximos fracasos del Apertura 2019 porque echaron por la borda cuantiosas inversiones. Pumas no se queda atrás. Pase lo que pase en la elección del rector de la UNAM, la suerte de Rodrigo Ares está echada y la afición auriazul festeja su próxima salida.
Gracias al cheque en blanco que resultó el equipo de Islas Salomón, la selección Sub-17 salvó la primera ronda del Mundial de Brasil. El equipo que comanda Marco Antonio Chima Ruiz tuvo una desangelada presentación ante Paraguay, con empate sin goles; cayó frente a Italia y aprovechó su última opción, el endeble representativo de Islas Salomón –recibió 19 goles en tres partidos– para instalarse en octavos de final; el miércoles enfrentará a Japón.